viernes, 23 de marzo de 2012

¿Cuántos son?

Al parecer persiste la discusión de cuántas personas nicaraguenses viven en Costa Rica, pues bien me he encontrado este otro enlace de la Nación, correspondiente al 2009, sin embargo haciendo averiguaciones con investigadores muy cercanos a la temática apuntan que la cifra indicada en el 2007, según encuesta de Hogares (INEC) ronda los 350.000, tal parece que para conocer el dato más aproximado a la realidad se debe esperar a que publiquen los resultados correspondientes  al último CENSO. 

Tomado de: http://wvw.nacion.com/ln_ee/2009/noviembre/17/mundo2164123.html


Costa Rica, Martes 17 de noviembre de 2009
/EL MUNDO

Cerca de dos millones de nicaragüenses emigraron por pobreza

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Managua (AFP). Cerca de dos millones de nicaragüenses han emigrado en los últimos años a Costa Rica, Estados Unidos y otras naciones que ofrecen mejores oportunidades de trabajo y de vida, reveló este martes un informe legislativo.
Se estima que en Costa Rica vive un millón de nicaragüenses -de los cuales 700.000 están legales y 300.000 ilegales- y que envían 250 millones de dólares al año en ayuda a sus familias en Nicaragua, señala el proyecto de Atención y Protección del Migrante Nicaragüense encargado por el Congreso.
De acuerdo con este informe, otro medio millón de nicaragüenses reside en Estados Unidos, principalmente en los estados de Florida y California, y una cantidad similar en El Salvador, Honduras, Guatemala y España, entre otros destinos.
"Las causas más comunes de la migración son el desempleo, el subempleo, los salarios bajos, la pobreza, la marginación" y las catástrofes naturales que asechan continuamente a Nicaragua, uno de los países más pobres del hemisferio, indica el proyecto.
La iniciativa es promovida por un grupo de diputados con el propósito de facilitar la tramitación de cédulas de identidad y documentos que los inmigrantes requieren a sus embajadas para legalizar su estado migratorio.
Según el documento, los inmigrantes se quejan por trámites lentos y falta de atención de sus embajadas cuando sufren atropellos, y menciona como ejemplo los desalojos que ejecutan las autoridades de Costa Rica en las colonias nicaragüenses La Carpio II, la Managüita y las Pavas, ubicadas en suburbios de la capital.

La instrumentalización de lo íntimo

Por Amador Fernández-Savater


Lucía trabaja en un teléfono erótico, maneja muchas veces con sus clientes las mismas palabras que usa en la intimidad con su pareja y se sorprende bajoneada cuando no consigue calentarles. Daniel trabaja como teleoperador y está obligado a mentir a quienes llaman protestando por alguna incidencia: su ‘sonrisa telefónica’ se agrieta cada día que pasa, no sabe cuánto más podrá aguantar. Fátima es arquitecta, sufre terriblemente poniendo sus conocimientos al servicio de una construcción de ciudad sometida a la lógica del beneficio, pero adora su vocación y no quiere dedicarse a otra cosa. Julia trabaja en una galería de arte: su contrato fija 40 horas semanales, pero nunca debe de haber trabajado menos de 60. Nadie se lo ordena, simplemente es el tiempo que exigen los proyectos que gestiona, en los que se siente personalmente implicada. Martina vive de su imagen: no considera su belleza un don, sino el producto de un trabajo que exige mucha disciplina.

Todos esos ejemplos nos hablan de un nuevo tipo de alienación: la instrumentalización de lo íntimo; es decir, de nuestras inclinaciones más profundas, de lo que confiere sentido a nuestra vida.

¿Nueva alienación? ¿Acaso no siempre ha sido así desde que el capitalismo es mundo?

La alienación significó antaño la negación pura, simple y brutal de nuestra humanidad. “El trabajador debe ser una mezcla de orangután y robot”, decía Taylor, el inventor de la organización del trabajo que Charles Chaplin caricaturizara en Tiempos modernos. La humanidad se recuperaba fuera del trabajo, en la comunidad obrera, en la lucha política o en los espacios domésticos.

Hacia finales de los años 20, promover el consumo se volvió estratégico para atajar las crisis económicas y el avance del socialismo. El capitalismo empezó entonces a apoderarse de todo aquello que quedaba precisamente fuera del trabajo: cultura, espacios públicos, costumbres, sentimientos. Marcuse fue uno de los teóricos que radiografió más nítidamente la “integración generalizada en un sistema de necesidades dirigidas”. El hombre unidimensional que describió es un sujeto pasivo en el trabajo, pasivo en el tiempo libre (televisión, cine, turismo), convertido en cosa. La revolución mundial del 68 hizo saltar todo esto por los aires.

Hoy, cuando la cultura, la información, los servicios y la creación de ambientes son un motor económico absolutamente clave, ¿cómo se ha redefinido la alienación? El colectivo Tiqqun lo resume en una sola frase: ya no se nos dice “harás lo que quiero que hagas”, sino “serás lo que quiero que seas”. El trabajo ya no es un intercambio de tiempo por dinero, sino más bien de alma por dinero, cada uno convertido en “empresario de sí mismo, gestionando su Yo-marca” (Santiago López Petit). Un baile de máscaras en condiciones de precariedad, competencia de todos contra todos, inseguridad, invisibilidad, infantilización, jerarquía, control… El consumo ya no es un sistema de necesidades dirigidas autoritariamente desde arriba, sino la sofisticada construcción de personalidad que cualquiera puede contemplar en la publicidad. Lo que se nos oferta ya no es tanto un objeto, como una experiencia, un estilo de vida, una autenticidad. Ya lo decía The Clash: “I’m all lost in the supermarket/I can no longer shop happily/ I came in here for that special offer/ A guaranteed personality”. El supermercado abarca ahora la realidad entera.

Las máscaras que llevamos cambian velozmente, pero estamos obligados a llevarlas con el mismo ánimo: optimismo, positividad, felicidad, espíritu de equipo, disponibilidad al contacto instrumental, a la ruptura de todas las fidelidades y los lazos previos, permanente sexualidad sin sensualidad, etc.

El acicate es el miedo. Miedo a quedar fuera, a la desconexión, al agujero negro de la soledad y la miseria. Miedo, lo que es más grave, a regresar a nuestra propia piel porque eso nos exigiría ver el mundo desde un lugar demasiado vacilante para el Yo-marca. Así sentimos “la presión de la vida de ocupante en esta tierra extraña”, como canta La Polla Records.

La proliferación incontrolada de enfermedades del alma es a la vez síntoma y límite de esta instrumentalización que penetra todo mi ser: pánico, depresión, fobias, anorexia, ansiedad, etc. Todos estamos al borde de la catástrofe y del colapso, ricos y pobres. Podemos escuchar las grietas que se nos abren en la gestión del Yo-marca o acallarlas repitiéndonos, como el personaje de Annette Bening en American Beauty, que “para tener éxito, hay que proyectar una imagen de éxito…”, mientras te deshaces poco a poco por dentro.

Pero cuando el capitalismo instrumentaliza la intimidad, la intimidad se vuelve también el principio de la resistencia. Ya no la conciencia o la ideología, sino la intimidad que no se oculta sus grietas. La máscara se convierte entonces en un disfraz estratégico, la intimidad explotada se desdobla.

¿Y cómo se expresa políticamente el malestar ante la instrumentalización de lo íntimo? Olvidémonos de las respuestas-zombi en términos de izquierda o derecha, de progresistas o reaccionarios, de partidos o sindicatos. La lucha se vuelve más difícil porque el enemigo está en mi casa y yo estoy en la suya. Cuando trabajar quería decir “harás lo que yo quiero que hagas”, la huelga general respondía “no lo haré” deteniendo la producción. Pero cuando trabajar significa “serás lo que yo quiero que seas”, ¿cómo se interrumpe esa producción? ¿Cómo hace uno huelga de sí mismo, de su Yo-marca? ¿Y cómo se vinculan y se organizan las intimidades heridas? La única certeza que tenemos es que todo ello requiere otros lenguajes, otros tiempos, otras estéticas que no son las de la política (pero sí las de lo político).

Amador Fernández-Savater es co-director de la revista Archipiélago y de la editorial Acuarela.

Fuente: http://blogs.publico.es/dominiopublico/8/instrumentalizacion-de-lo-intimo/ 

El/La Buenx Consumidorx

miércoles, 21 de marzo de 2012

Como parte de las discusiones del primer debate sobre Migraciones en Costa Rica, les comparto esta información Tomado de http://www.rlp.com.ni/noticias/78192

Ya somos 800 mil en Costa Rica

Managua. Radio La Primerísima. | 8 junio de 2010

    
Hasta ahora se divagaba mucho en cifras de cuantos nicaragüenses realmente viven, legal o ilegalmente en Costa Rica, pero el Embajador en San José, Harold Rivas asegura que ya son 800 mil, según un reporte del Informe Pastrán.
“Realmente nadie tiene la respuesta, pero sí se calcula que hay alrededor de 800 mil nicaragüenses, de los cuales, entre 300 mil y 350 mil están legales, que tienen su residencia o son ciudadanos costarricenses, se han nacionalizado y el resto, la mayoría viaja con visa, trabajan 28 días, regresan, o se quedan allá sin documentos”, dijo el diplomático en el Canal 4.
Sostuvo que la misión diplomática hace muchos esfuerzos, y lo que puede, para atender las demandas de legalización de los compatriotas y sobre todo asegurar que puedan trabajar, porque son una pieza fundamental para la economía nacional, debido a los millones de dólares que envían anualmente en remesas.
La embajada trabaja actualmente en un registro oficial de nicaragüenses radicados en ese país y entre Septiembre del 2009 y la fecha de hoy, han contabilizado a 11 mil nicaragüenses, a los que se les entregó un carnet consular, que es una especie de documento de identidad.
Rivas sostiene que las relaciones entre los dos países han mejorado notablemente desde que asumió el poder Laura Chinchilla.
“Definitivamente (las relaciones) cambiaron de un 50% a un 100% con la Presidenta Chinchilla. Hay mucha apertura de parte del Gabinete de Gobierno. Nos hemos reunido con el Ministro de Seguridad, con el señor Tijerino, es muy abierto, inclusive nos ha abierto una Ventanilla Única para los nicaragüenses, en Migración de Costa Rica, para atender los casos de los nicaragüenses e incluso con la Cancillería también cambiaron rotundamente las relaciones”, destacó.
Precisó que “ya se acabaron los problemas que hubo en el pasado, por razones políticas”.
Rivas dijo que ha recibido instrucciones del Presidente Daniel Ortega para atender debidamente a todos los nicaragüenses radicados en Costa Rica y a ver sus necesidades más urgentes.
Aseguró que con el registro consultar, dentro de unos dos años, se podrá saber con exactitud cuántos nicaragüenses existen radicados en el vecino país y en que labores están empleados.

viernes, 16 de marzo de 2012

"Mujeres cruzando la frontera"

En relación con las temáticas sobre migración, pueden ver la este documental "Mujeres cruzando la frontera" (parte 1) , referente al contexto en el cual se generan flujos migratorios en la zona de los Santos, a partir de la narración de las experiencias de las mujeres indígenas ngöbe (panameñas), así como mujeres nicaragüenses.


miércoles, 7 de marzo de 2012

La insinuación como propaganda de guerra



ICH/Independent Institute

Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens

En 2002, y principios de 2003, el gobierno de Bush quiso demostrar que tenía razón para iniciar la guerra contra Irak. Hubo afirmaciones de que Sadam Hussein poseía armas de destrucción masiva y de que tenía vínculos con al-Qaida. Lo que nunca se dijo explícitamente, sin embargo, fue que Sadam hubiera sido responsable del 11-S. No obstante, a finales de 2003, un 70% de los estadounidenses encuestados pensaba que Sadam Hussein era responsable personalmente del 11-S. Especialmente los votantes republicanos de Bush estaban convencidos.


Sin embargo, Bush y sus funcionarios nunca lo dijeron. Y después de que empezasen a presentarse con gran claridad los múltiples desastres de la guerra de Irak, la opinión pública cuestionó la información previa a la guerra que dieron los funcionarios de Bush. Y estos pudieron decir que, hablando estrictamente, nunca afirmaron que Sadam estuviera detrás del 11-S.



Condoleezza Rice dijo algo en el sentido de que los ataques se originaron en la zona de Irak. Hubo toda clase de insinuaciones de que Sadam pudo estar involucrado. Y por cierto el equipo de Bush nunca hizo el menor esfuerzo para desengañar al pueblo de EE.UU. de la idea completamente falsa de que Sadam hubiera estado detrás del 11-S. La inmensa mayoría de los estadounidenses lo creía –incluso había estadounidenses que se oponían a la guerra de Irak que también pensaban que Sadam estuvo detrás de los atentados- lo cual no solo era totalmente erróneo sino que además no estaba basado en ninguna afirmación explícita del gobierno. Varios comentaristas favorables a la guerra lo habían dicho, pero Bush, Cheney, Rumsfeld, Rice y Powell no lo dijeron.



Avancemos rápidamente una década hasta la actualidad. Un 71% de los estadounidenses –casi exactamente el porcentaje que pensó que Sadam estaba detrás del 11-S– piensa que Irán posee armas nucleares. Es una pequeña muestra, pero concuerda con los sondeos realizados durante los últimos años y todos muestran que la mayoría  cree que Irán ya tiene armas nucleares. Y casi nueve de cada diez estadounidenses están seguros de que Irán sigue esforzándose para tenerlas.

Por cierto, hablando con “liberales respetables” –el tipo de personas que oyen NPR y ven a Jon Stewart– encuentro repetidamente que incluso gente que no quiere ir a la guerra asume que todo estadounidense razonable sabe que Irán está a punto de conseguir bombas nucleares, si es que todavía no las tiene.



Lo extraño es que aparte de que no existe evidencia verosímil de que Irán tenga armas nucleares, ¡tampoco hay nadie en una posición de autoridad oficial que lo afirme! Todos los informes del Organismo Internacional de Energía Atómica, incluso aunque esté amañando para que señale a Irán como inquietante, confirma que no hay “desviación” de materiales nucleares destinados a fabricar armas. La CIA y la comunidad de los servicios de inteligencia han mantenido sistemáticamente los resultados del Cálculo Nacional de Inteligencia de que Irán no ha intentado fabricar armas nucleares desde 2003 (y que lo hiciera entonces solo es una leve sospecha basada en evidencias mínimas preparadas por el gobierno israelí).



Además la semana pasada el secretario de Defensa Leon Panetta subrayó que Irán no solo no tiene armas nucleares; ¡ni siquiera existe la evidencia de que quiera conseguirlas!

Incluso aunque Irán quisiera fabricar armas nucleares, probablemente necesitaría tres años o más. Según las informaciones, Irán intenta enriquecer sus unidades de 19,75% LEU. Las armas nucleares requieren 95% y no hay evidencia de que Irán tenga medios para hacerlo. Incluso es más dudoso creer que un Irán con armas nucleares sería una especie de amenaza sin precedentes para EE.UU., pero esto no viene al caso.



¿De qué estamos hablando entonces? El gobierno de Obama (y el de Bush y la ONU) tienen la misma posición oficial: Irán no tiene bombas nucleares y probablemente los iraníes no pretenden tenerlas. Sin embargo siete de cada diez estadounidenses piensan que Irán ya las tiene. Mientras tanto todos los candidatos presidenciales republicanos, con excepción de Ron Paul, advierten de la amenaza sin igual de un Irán Nuclear. Y la Casa Blanca de Obama castiga al país con sanciones más duras y cada vez con más amenazas.



Por cierto, Obama ha medrado a costa de la insinuación de que Irán tiene bombas nucleares. Cuando se puso más duro en 2009 porque atraparon a Irán con las manos en la masa en su nueva instalación nuclear en Qom –una instalación nuclear civil de la cual Irán ya había informado a la comunidad internacional, lo que concuerda con su continuo respeto del Tratado de No Proliferación del cual es firmante– lo hizo sobre el transfondo de la insinuación de que era evidente que todos saben que Irán quiere armas nucleares. Lo hizo a pesar de que todo lo que existía en Qom, según un funcionario del OIEA, era un “hoyo en una montaña”. ¿Por qué no recordó el presidente al público que no hay mucho que cause preocupación, ya que todo el Departamento de Defensa y la comunidad de la defensa confirman que Irán no tiene un programa de armas nucleares?



Si comienza una guerra con Irán, se basará en gran parte en la propaganda creída por el público, una propaganda que nunca ha sido oficialmente articulada por el gobierno. En el pasado, EE.UU. aprovechó mentiras totales para justificar guerras: el incidente del Golfo de Tonkín, los bebés kuwaitíes arrancados de las incubadoras, etc. Desde hace tiempo hay una buena cantidad de afirmaciones no corroboradas involucradas en las grandes guerras de EE.UU., el USS Maine hundido por los españoles, el Telegrama Zimmerman como una verdadera amenaza a EE.UU., el genocidio serbio de albaneses étnicos, la muerte de decenas de miles de civiles a finales de los años noventa, etc.



Pero las mentiras y afirmaciones actuales no corroboradas, no son suficientes. El Estado bélico EE.UU. parece medrar con la insinuación en su propaganda bélica. Los mandamases de la maquinaria bélica de EE.UU. nunca hacen las afirmaciones más provocativas respecto a los enemigos de EE.UU. De esa manera si la guerra va mal y la gente comienza a acusar a la clase política de engañarla, los defensores del imperio pueden decir fácilmente (y exactamente en la palabra aunque no en el espíritu): “¡Bush nunca afirmó que Sadam estuviera detrás del 11-S! ¡Obama nunca afirmó que Irán tuviera armas nucleares!”



Pero no hay que pensar ni por un instante que nuestros gobernantes no estén contentos de que el pueblo estadounidense crea lo que cree. Es mucho más fácil ir a la guerra si el público acepta todo tipo de estupideces. La posibilidad de denegación que la propaganda insinuada ofrece a la clase gobernante solo es el toque final.



Anthony Gregory es analista de investigación en The Independent Institute. Sus artículos han aparecido en San Diego Union-TribuneEast Valley Tribune (AZ)Contra Costa TimesThe Star (Chicago, IL), Washington TimesVacaville ReporterPalo Verde Times, y otros periódicos.



Copyright 2012 The Independent Institute

El genocidio silencioso contra los activistas de derechos humanos



Otramérica


Muerte, desaparición forzada, persecución, criminalización, hostigamiento… defender los derechos humanos en América Latina y El Caribe no es un juego ni una afición. El segundo informe de la CIDH al respecto demuestra que Gobiernos, empresas extractivas y poderosos grupos económicos están detrás de este genocidio silencioso.

La Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) hizo público ayer el segundo informe sobre la Situación de las Defensoras y defensores de Derechos Humanos. El texto, lleno de casos ejemplares, muestra como las personas comprometidas en estas luchas son la piedra en el zapato de muchos gobiernos de Latinoamérica y El Caribe así como de las empresas que aquí operan.
La cortesía diplomática obliga a la CIDH a hacer un reconocimiento genérico al “progreso” de algunos Gobiernos en cuanto a la protección de las defensoras y defensores de derechos humanos en el hemisferio, pero la realidad es que el informe del organismo de la OEA no muestra un panorama mejor que la primera investigación a fondo sobre el tema, difundida en 2006.

La Comisión cree que los grupos más amenazados son “los y las líderes sindicales; líderes campesinos y comunitarios; líderes indígenas y afrodescendientes; operadoras y operadores de justicia; mujeres defensoras de derechos humanos; y defensoras y defensores del derecho al medio ambiente sano, de los derechos de las lesbianas, los gays, y las personas trans, bisexuales e intersexo (LGTBI); y los trabajadores migratorios y sus familias”.

El relato aborda las maneras más habituales de agresión que van desde el asesinato, desaparición forzada, la privación de libertad, el hostigamiento y las amenazas, el uso excesivo de la fuerza en manifestaciones o la criminalización de la actividades de las defensoras y defensores, hasta las restricciones a la libertad de asociación, a las acciones de hábeas data, limitaciones para el ejercicio de la defensa de los derechos humanos a ciudadanos extranjeros o la impunidad total en las investigaciones relacionadas con estos hechos. Según la CIDH, “continúan los asesinatos, agresiones, desapariciones forzadas, amenazas, seguimientos y allanamientos, así como los señalamientos por parte de altas autoridades que desprestigian y estigmatizan la labor de defensa de los derechos humanos. Además, existe una creciente sofisticación en los mecanismos destinados a impedir, obstaculizar o desmotivar la labor de defensa y promoción de los derechos humanos, reflejado en la iniciación de acciones penales, la restricción de fuentes de financiamiento a las organizaciones y la ausencia de mecanismos adecuados y efectivos para su protección”.

Es especialmente dramático el capítulo sobre el derecho a la vida de las personas comprometidos con los derechos humanos en Latinoamérica. “Los asesinatos, las ejecuciones extrajudiciales y las desapariciones forzadas, constituyen uno de los más graves obstáculos para el ejercicio de la labor de promoción y protección de los derechos humanos”, explica la Comisión para después incidir en que los países donde menos se respeta la vida de las y los activistas es en “Brasil, Colombia, El Salvador, Guatemala, Honduras, México y Venezuela”. La CIDH tiene claro que hay una relación directa entre las agresiones y la pérdida de la democracia, la presencia de crimen organizado o “sectores de gran poder económico”, y las actividades de las industrias extractivas.
“En Colombia, según registros de las organizaciones de la sociedad civil, entre 2006 y 2010 se habrían cometido cerca de 68 violaciones al derecho a la vida de defensores y defensoras, incluyendo al menos 5 desapariciones”, detalla la Comisión. “En cuanto a Guatemala, de acuerdo a la información recibida, desde el 2006 habrían sido asesinados aproximadamente 59 defensores de derechos humanos y habría ocurrido una presunta desaparición forzada”.

Sobre Honduras, el informe destaca que “tras el golpe ocurrido en 2009, la situación de defensores y defensoras de derechos humanos se agravó y, de acuerdo a la información recibida por la CIDH, entre 2009 y el 2010 las organizaciones registraron cerca de 675 casos de agresiones y aproximadamente 65 en los meses de enero a marzo de 2011. Organizaciones de la sociedad civil informaron que en el contexto de la crisis política generada por el golpe de Estado, habrían sido asesinados cerca de 9 defensores de derechos civiles y políticos; 3 líderes sindicalistas; 14 defensores de derechos de los pueblos indígenas; 5 defensores de los derechos de las personas LGTBI; 19 defensores del medio ambiente; 13 líderes magisteriales y 12 líderes sociales vinculados al Frente Nacional de Resistencia”.

El balance también hace una parada detenida en Brasil, en México (donde entre 2006 y 2010 han sido asesinados 61 defensores y otros 4 han sido desaparecidos) o Venezuela (con el asesinato de por lo menos 30 líderes sindicales en el período de junio de 2009 a mayo de 2010).

Dice la CIDH, que “ha constatado que grupos privados; paramilitares o parapoliciales, que actúan al margen de la ley o con aquiescencia del Estado, continúan identificando en algunos países a defensoras, defensores u organizaciones como ‘enemigos’ u objetivos militares”. Y en ese sentido, le preocupa que en Colombia, tras el desmonte del DAS (a quien se le demostró el espionaje y hostigamiento a activistas y organizaciones), “algunos funcionarios, ante la perspectiva del despido, habrían decidido vender y filtrar información que se encontraba a su disposición a particulares, grupos ilegales o grupos interesados”.

Otro de los fenómenos muy presentes en el informe es la criminalización de la protesta social, de las y los activistas y de las organizaciones. “El fenómeno de criminalización –insiste la CIDSH- afecta a las y los defensores de manera individual y colectiva. En relación a la persona del defensor o defensora de derechos humanos, puede producir angustia, inseguridad, frustración e impotencia ante las autoridades estatales, la privación de su libertad, cargas económicas inesperadas, además de una consecuente afectación a su reputación y credibilidad. Por otro lado, a través de la criminalización se hace una estigmatización colectiva”.

Detenciones, uso excesivo de la fuerza, impunidad… el informe es todo un homenaje a la falta de libertades y al retroceso en materia de derechos humanos en Latinoamérica y El Caribe. Lleno de ejemplos y casos reales, en 253 páginas el informe desgrana una realidad que debería prender las alertas. Casi ningún Gobierno es inocente, casi ninguna defensora ni defensor de derechos humanos está a salvo.

Fuente: http://rebelion.org/noticia.php?id=145920